A veces meto mis dedos en las aguas del océano Pacífico, aquí en Seattle, y siento que esa inmensa masa me conecta con las cálidas costas de España, mi tierra de origen. Me gusta pensar que alguno de mis seres queridos está en ese momento, al otro lado del mundo, haciendo lo mismo. El mar nos conecta. El mar nos presta sus manos.

Dejar tu tierra y tu gente para viajar tan lejos por mucho tiempo, es un sueño duro de vivir. A menudo pienso en los artistas de flamenco que, como yo, dejaron sus raíces en -por ejemplo- Cádiz para llevar su arte a las costas de New York.

Paco de Lucía, Camarón de la Isla… son algunos de los fenómenos que dieron este vertiginoso salto. A ritmo de palmas me vienen a la mente las palabras del canto de Estrella Morente: «Mi vida fue salto. Recolución. Naufragio Permanente… Madrid, América, Madrid… Allí en América, Nueva York«. Yo he soñado con Estrella cantando este quejido. A mi vera, Paco «el de Lucía» arrancaba mis lágrimas con su ahora eterna guitarra.

Esta portada es un homenaje a todos los artistas que conocen éste sentimiento. La necesidad de vivenciar el arte en tierras lejanas, a pesar del profundo dolor que eso conlleva. Pudiera ser Barcelona, Sevilla, Valencia… Pudiera ser Seattle, Los Angeles, Austin, Tokyo… En la ausencia, todas las distancias son iguales a la de Cádiz-New York.